Desde que la Nintendo Switch 2 salió al mercado el pasado 5 de junio, hemos vivido la polémica de los juegos Key Cards.
Estos son, ni más ni menos, cartuchos que no contienen el juego. Son una simple herramienta para que, al introducirlos en tu consola y conectarte a internet, puedas descargar dicho juego. Puede parecerse a lo digital, pero existen diferencias como el hecho de que otras personas puedan reutilizarlos y así tener la posibilidad de venderlos en caso de que no queramos jugar más.

Suena bien, ¿verdad? Entonces, ¿por qué tanto revuelo por esto?
Porque no es oro todo lo que reluce.
En la actualidad, solo existen cartuchos de 64 GB para Nintendo Switch 2, los cuales son bastante caros. Al no haber de otros tamaños, las publishers se verían obligadas a introducir los juegos en estos, cuando, a lo mejor, ni siquiera ocupan 8 GB, por poner un supuesto.

Las Key Cards son una solución a esta problemática porque, como he dicho, la información del juego no está en el propio cartucho, sino que funciona como una «llave» para descargar el juego. Es un método mucho más económico para las empresas que invertir en cartuchos de 64 GB.
Esto nos lleva a que más third party se animen a lanzar sus juegos en Switch 2. Y debo reconocer que entiendo este punto. Al final, son entidades que buscan abaratar costes y las Key Cards son una forma muy cómoda para ellas de ampliar sus horizontes.
Pero que lo entienda no quiere decir que esté a favor de esta práctica.

Este nuevo método tiene algunos contras, además. Como el juego no está dentro del cartucho, al descargarlo de internet debes tener espacio en tu consola para poder instalarlo, como un juego digital. También debes tener conexión a internet para poder descargarlo, sino tampoco podrás hacerlo.
Esto es algo normal en juegos digitales y la mayoría de nosotros está claro que tenemos conexión, pero el problema viene cuando no hay otra elección. Hablamos de que la mayoría del catálogo actual de Nintendo Switch 2 son videojuegos en formato Key Card.

Existe un descontento general por parte de los consumidores hacia la brutal digitalización de las cosas. Conforme pasa el tiempo, gastamos más dinero y cada vez poseemos menos cosas por las que pagamos. Una Key Card, al final del día, no deja de ser una especie de «permiso» para que puedas descargar un juego. Pero ese juego no lo tienes en tu posesión.
En caso de que seas una persona que tiene cosas físicas, echa un vistazo a tu estantería. ¿Tienes algún juego de Game Boy, Playstation 1, Xbox 360, o de cualquier consola que ya no produzca juegos? Esos cartuchos o discos, si tienes la consola que requieren, puedes jugarlos hoy, mañana y dentro de sesenta años. Los pueden jugar tus hijos y tus nietos.

Es también una forma de preservar los videojuegos porque, ¿cuántos de ellos habrían desaparecido si no llega a ser por el formato físico? Y en este post no entraré en el tema de la piratería, porque tengo demasiadas cosas que decir de ello como para meterlo también en un post sobre las Key Cards.
Con lo digital, son las empresas las que tienen el «poder» de que ese videojuego se preserve o no.
Los juegos digitales son un medio comodísimo y que ahorra espacio físico, pero no eres poseedor de nada por mucho que hayas pagado por ello.
Dentro de un tiempo, si la empresa lo considera, puede cerrar servidores para ahorrar costes o retirarlo de su catálogo online. Los videojuegos digitales se almacenan en servidores, como es lógico, los cuales conllevan un mantenimiento.
Mantenimiento = gasto.

Si el número de jugadores no es rentable para el mantenimiento de ese servidor, la empresa lo cerrará y adiós al modo online. O quizás, ese videojuego que tantas alegrías te ha dado, en el momento en que la empresa lo considere, lo retira de su catálogo online.
Suena algo fuerte, pero también es cierto que suelen avisar con muchísima antelación de estos cierres. No pretendo preocupar a nadie con mi opinión, porque a veces me expreso con mucha saña. En caso de que ocurra, lo más seguro es que te enteres de ello con el suficiente tiempo para que puedas o bien descargar tus juegos para tenerlos almacenados en la consola, o bien hacerte a la idea en caso de que sea un juego de partidas puramente online.
Pero el punto es el mismo: no es tu videojuego, es una «licencia» para jugar a dicho videojuego. A muchos jugadores esto no les importa, pero a otros, yo incluida, sí nos incomoda.
Queremos poseer lo que pagamos; no estamos dispuestos a pagar por cartuchos vacíos.
«No tendrás nada y serás feliz».

Somos conscientes de que nos dirigimos exactamente a eso, a no tener nada. Pero algunos siempre intentaremos defender como dé lugar las cosas que son pro consumidor. Si tomas la decisión de comprar juegos Key Card, me parece genial y que nadie te martirice por ello. Pero que la decisión sea tuya, no empujada por la comodidad de una empresa con suficiente poder económico como para enterrar a medio mundo.
Y uno de los problemas es ese: el sentirnos obligados constantemente a adaptarnos a lo que es rentable para unas pocas personas. Y sí, entiendo el punto de que los videojuegos son caprichos y no algo vital, pero, por favor… Si una empresa con suficiente poder adquisitivo opta por prácticas que no te benefician, debes alzar la voz.
Puede que no sirva de mucho, pero al menos habrás defendido lo que crees correcto, porque es tu hobby, tu escape cuando llegas agotado a casa después de un día muy duro. Es algo importante en tu día a día, y cada vez es menos accesible para muchos de nosotros.

Que conste: no estoy en contra del formato digital. Sin él, muchas desarrolladoras en situaciones delicadas (como Level-5) o pequeños developers (como el genial Eric Barone), probablemente nunca habrían podido lanzar sus juegos al mercado. Es un método más que tiene sus cosas buenas.
Mi crítica va hacia las Key Cards en concreto. Introducirlas en el mercado es como una manera que tienen las empresas de sustituir poco a poco el formato físico real, porque es más barato. Soy consciente de que el formato físico parece destinado a desaparecer igualmente, pero las Key Cards acelerarían ese proceso, en mi opinión.
Estoy contenta de ver que este tema está calando. E incluso ya hay noticias de que se están desarrollando nuevos cartuchos de diferentes tamaños para que las desarrolladoras y publishers elijan la forma más óptima en la que lanzar sus juegos sin depender de Key Cards en un futuro.
Como debería ser: variedad de elección tanto para empresas como para consumidores.
Los jugadores y jugadoras no queremos cartuchos vacíos.
